LOS DOMINGOS DE JULIO Y AGOSTO, HASTA LA VUELTA DE FERIA, NO HABRÁ MISA POR LA TARDE.
HORARIOS DE MISAS
LECTURAS
- Is 66, 10-14c. Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz.
- Sal 65. R. Aclamad al Señor, tierra entera.
- Gal 6, 14-18. Llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
- Lc 10, 1-12. 17-20. Descansará sobre ellos vuestra paz.
Jesús no sólo llama y envía a sus discípulos, también los acompaña, instruye y evalúa con ellos los progresos y debilidades de su acción misionera. Conmueve la entrañable complicidad de padre y hermano, de buen pastor y mejor maestro con la que el Señor se emociona y entusiasma con los logros de sus apóstoles: "ya veía a Satanás precipitarse desde el cielo como un relámpago" Este pasaje, en Lucas forma parte del envío de los setenta y dos, muestra de que el discipulado es más amplio que el colegio de los doce, lo cual confirma la visión sinodal de la Iglesia, por la que todos los bautizados compartimos la tarea de anunciar el Evangelio, por más que esta misión sea siempre, como parte de la comunión apostólica, un ejercicio de complementariedad de ministerios y carismas bajo la guía y supervisión del carisma de unir y cuidar propio de los obispos.
Además de este retazo de buen magisterio y acompañamiento por parte de Jesús, el texto de Lucas, como parte de ese bloque formativo del discipulado, nos muestra que el contenido y el medio de la misión evangelizadora está en compartir la paz. Igual que el poder de las llaves (atar y desatar) que en Cesarea de Filipo Jesús dio a Pedro (en el evangelio de Mateo) y al conjunto de los discípulos (en Lucas y Marcos) era el perdón, aquí es la paz, fruto del perdón. El Evangelio que Jesús nos manda anunciar es el Evangelio de la paz y el perdón, el camino para la fraternidad que sólo mediante una vida fraternal puede anunciarse con credibilidad.
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