lunes, 29 de septiembre de 2025

DOMINGO 5 DE OCTUBRE: XXVII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

 
Hasta el granito de mostaza, pequeño pero llamado como semilla a crecer y dar vida, para producir su fruto necesita de tiempo, tiene que echar raíces, contar con agua, alimentarse de la tierra, salvarse de las inclemencias de la naturaleza..., hasta la fe, por pequeña que sea y por muy grandes que puedan ser sus efectos, necesita ser cultivada, y eso se llama espiritualidad.

LECTURAS

- Hab 1, 2-3; 2, 2-4. El justo por su fe vivirá.
- Sal 94. R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
- 2 Tim 1, 6-8. 13-14. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor.
- Lc 17, 5-10. ¡Si tuvierais fe!

La fe, según la doctrina católica es un don ("La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él" Catecismo de la Iglesia Católica 153), pero que también es "un acto auténticamente humano" (Catecismo de la Iglesia Católica 154, es decir una respuesta de nuestra voluntad, nuestra inteligencia y la decisión necesaria para dejarse llevar por ella y, al mismo tiempo, para desplegarla como una fuerza que nos impulsa hacia nuestro destino. Don y acción, regalo y tarea, gracia y opción, la fe requiere por nuestra parte cuidadados y esmero. Cuando Jesús reprocha a sus discípulos su falta de fe y les anima con la afirmación de las maravillas que efectúa la fe, está invitándolos a que desarrollen los sentidos espirituales de la escucha, la contemplación y la entrega. Porque si hubieran escuchado la palabra operante de su maestro, que cura y da vida; si tuvieran el don de la contemplación que ve tras los milagros y la predicación del Señor la acción vivificante del Espíritu a través de la fe; si, en definitiva, se hubieran entregado al Dios que Jesucristo ha entregado como hijo fiel y obediente, su vida entera, entonces, por pequeña que fuera esa fe, cambiaría sus vidas, que no es menor milagro que conseguir plantar una morera en el mar. Si estamos este domingo escuchando este Evangelio y celebrando la Eucaristía, será porque alguna fe tenemos. Pero, si no queremos que se quede escuálida y esteril, abonémosla con la escucha de la Palabra y del Espíritu que la habita; reguemos su crecimiento con el agua nueva de la contemplación silenciosa y sosegada; démosle el cuidado de la entrega libre y voluntariosa que se confía al Dios que nos regala lo que sólo crecerá si nosotros lo cultivamos con la delicadeza y la perseverancia del buen cultivador.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA: EL TRABAJO DE LA FE

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA: FE MÁS VIVA EN JESÚS

COMENTARIO AUDIOVISUAL DE VERBO DIVINO: NO TE DESINFLES



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