LECTURAS
- Hch 14, 21b-27. Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos.
- Sal 144. R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
- Ap 21, 1-5a. Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.
- Jn 13, 31-33a. 34-35. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis
unos a otros.
En el pasaje de la tercera aparición del resucitado a sus discípulos del evangelio de Juan (Jn 21) Jesús le pregunta por tres veces a Pedro si le ama, si le quiere, si su fe se basa en el amor y se vive amando. Antes de este tierno interrogatorio que supone una reconciliación y reivindicación del que negó tres veces a su maestro, Jesús les ha ayudado a pescar milagrosamente y les ha preparado él mismo el almuerzo. Antes de pedir, Jesús da. Antes de mandar, Jesús sirve. Antes de sugerirnos que nos amemo, Jesús nos ha amado hasta el extremo. Por eso el "como yo os he amado" que sigue al mandato del amor fraterno, es algo más que un indicador de cantidad y calidad, es una declaración del móvil y la razón de toda la misión de Cristo y, por tanto, del mensaje que nos trae de parte del Padre: es el amor, siempre fue el amor. La moral, el culto y la organización comunitaria que dan cuerpo y expresan nuestra fe, sólo basados en el amor y mirando a la realización de la fraternidad por la vía de la caridad tienen sentido, encuentran su verdadero ser. Un amor que para no ser abstracto, ideal y desencarnado, debe empapar todas nuestras relaciones, también las sociales, económicas y políticas.
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