COMUNICADO DE JUSTICIA Y PAZ POR LA PAZ EN GAZA
LECTURAS
- Hch 15, 1-2. 22-29. Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no
imponeros más cargas que las indispensables.
- Sal 66. R. Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos
te alaben.
- Ap 21, 10-14. 22-23. Me mostró la ciudad santa que descendía del cielo.
- Jn 14, 23-29. El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho.
PASCUA DEL ENFERMO
Ser morada de Dios, que el Padre y el Hijo con el Espíritu Santo, habiten en nosotros, eso y nada menos es lo que propone, facilita y realiza Cristo en quienes acogen y viven su palabra. Ser cristianos es más que tener una creencias, cumplir unos mandamientos, celebrar unos ritos: el credo, la moral y la liturgia son medios y expresión de esta íntima comunión divina a la que Cristo nos invita. Y de esa experiencia de amor creador y regenerador brota la afirmación de la superioridad del respeto y la concordia sobre el uso de la violencia, el recurso a la fuerza, el encastillamiento en las propias razones para imponerlas. La paz que nace del amor divino que es nuestra más profunda aspiración, es una paz que encuentra los medios para supeditar siempre a la dignidad y al derecho a la vida los otros argumentos que pudieran servir de excusa para romper la fraternidad, sembrar muerte y malograr las legítimas aspiraciones de felicidad y bienestar. Sólo con la espiritualidad tal vez no podamos conseguir la superación de las guerras y las injusticias que las provocan, pero, desde luego, sin ella, será muy difícil desarrollar nuestra decidida apuesta por la paz, pues ésta requiere, además de las necesarias estrategias, decisiones y políticas pacíficas, una forma de ver la vida y de vivir el tiempo que nos corresponde que, sin espiritualidad, es muy difícil de educarlas y arraigarlas en el corazón de las personas y los pueblos.
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