LECTURAS
- Ex 3, 1-6. 9-12. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas.
- Sal 102. R. El Señor es compasivo y misericordioso.
- Mt 11, 25-27. Has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a los pequeños.
Entre las múltiples verdades esenciales que Dios ha revelado a los sencillos está la que motiva la profunda devoción mariana del pueblo cristiano. No es una verdad que ninguna fórmula racional o teoría intelectual pueda resolver o disolver, es un sentimiento arraigado en el alma filial de los hombres y mujeres que reconocen en la Virgen María como madre de Dios Hijo, la educadora del Dios hecho hombre, la acompañante de los discípulos que como ella tienen a Jesús como maestro. Es la verdad que se convierte en cálida confianza para depositar nuestras oraciones, esperanzas y cuitas en las manos de la que se fió de Dios para colaborar con su aceptación obediente de su voluntad de salvación. Y a esa figura en la que los pequeños han reconocido la fuerza de la fe y la acción liberadora de Dios, hoy la celebramos en relación con una antigua devoción unida a los monjes del monte carmelo y la vida monástica que se inspira en ellos: la familia carmelitana. También la acogieron como estella maris los que faenan y surcan las aguas de los cinco mares. Y ahora nosotros, con la apertura de mente que inspira el testimonio de los sencillos, nos ponemos en las manos de la Virgen del Carmen para acercanos a la zarza ardiente del Dios que se revela como voluntad de vida plena para todos sus hijos. Con Cristo bendecimos y alabamos al Padre que comparte su divina sabiduría con quienes no pretenden dominarla con sus razonamientos, sino que con la razón de la confianza y la verdad de la esperanza, se dejan habitar por ella como la gracia creadora de Dios habitó la vida toda de la Virgen María, vida, dulzura y esperanza nuestra.
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