19:30 Eucaristía
20h. Procesión
20:30 Refrigerio fraterno
* Con motivo de nuestra fiesta, habrá un tenderete de la tienda Romero de comercio justo de Cáritas diocesana.
LECTURAS
- Is 52, 7 - 10 Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz
- Sal 95 1 - 3. 7 - 8. 10 Contad las maravillas del Señor a todas las naciones
- Tim 4, 1 - 8 Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo
- Mt 5, 13 - 19 Vosotros sois la sal de la tierra
El escriba Mateo, respetuoso con las Escrituras y la tradición judía que las estudiaba y proclamaba como palabra de Dios, pone en boca de Jesús una sentencia única de este evangelio: "no he venido a abolir sino a dar plenitud". Esa plenitud, el evangelista la reconoce en la intuición jesuánica de la identidad entre el mensaje y sus heraldos: sois vosotros los que, viviendo lo que predicais, sois sal y luz, sentido y orientación para el mundo. Bajo esa inspiración, la demanda de cumplir, de vivir lo que se anuncia, se desplaza de la letra de la ley a su significado existencial, vivido, puesto en práctica, encarnado en la propia conducta de los que creen y anuncian la palabra, de los predicadores. Pero aquí, la predicación no se reduce a la que acontece en el contexto de la liturgia, sino que abarca e inspira toda la vida del cristiano, de la Iglesia en su conjunto y por el compromiso evangelizador de todos sus miembros.
Hoy, la tarea del anuncio del Evangelio, que al igual que santo Domingo de Guzmán asumimos como la expesión gozosa de la verdad y la vida que Dios nos ha ofrecido en Jesucristo, compete, de forma sinodal, a toda la comunidad. Por eso, habremos de esforzarnos en seguir el ejemplo del santo patrón que estudió con ahinco la Palabra de Dios y la meditó con espíritu contemplativo para comunicarla con más convicción. Quisiéramos que, tanto en las celebraciones de la Eucaristía y los sacramentos, como en la catequesis y la formación bíblica comunitaria, la lectura, escucha y proclamación de la Palabra de Dios ocupe el centro de nuestra actividad pastoral. Pero también intentaremos que el hilo conductor de nuestra recepción y comunicación de la Palabra apunte a la afirmación humanizadora y estimulante que Cristo hace de nuestras vidas al verlas como luz y sal, brillantes y con sabor a salvación. Y nos lo dice el que con su muerte y resurrección, como Evangelio viviente de Dios, da plenitud a la ley y los profetas.
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