LECTURAS
- Sab 18, 6-9. Con lo que castigaste a los adversarios, nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti.
- Sal 32. R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
- Heb 11, 1-2. 8-19. Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
- Lc 12, 32-48. Lo mismo vosotros, estad preparados.
El hilo conductor de los evangelios de todos estos domingos ha sido la confianza en Dios. Esta confianza es fruto de la intimidad con su amor y la escucha de su palabra (evangelio de Marta y María del domingo XVI de Tiempo Ordinario); terreno firme y motivación para la oración a tiempo y destiempo ("pedid y se os dará", domingo XVII); requisito imprescindible para que nos atrevamos a liberarnos de las dependencias materiales y psicológicas; a desprendernos de lo que nos sobre e impide descubrir lo que en verdad nos falta ("hazte un tesoro en el cielo", domingo XVIII). Y ahora, para ayudarnos a vivir en esa actitud vigilante, que mira más allá de lo inmediato porque sabe del sentido último de todo, el que puede hacerlo porque ha puesto toda su vida en manos de Dios, su Hijo bendito, nos anima a no tener miedo, a confiar en la continua asistencia de Dios a su pequeño, débil y cansado rebaño. Pequeño por nuestra naturaleza humana, débil por el pecado..., pero cansado porque no acabamos de creernoslo, de esperar que pase lo que pase Dios sigue sosteniéndonos, porque no acabamos de fiarnos. Sólo a partir de esta relación confiada con Dios podremos dar cuenta de tanto como se nos ha dado; se nos pedirá mucho, porque se nos dio mucho, todo, se nos colmó con una medida generosa, abundante, desbordante. Mucho se nos pedirá, más se nos dio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario