lunes, 11 de agosto de 2025

15 DE AGOSTO: ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

 
En muchas representaciones iconográficas de la asunción de la Virgen María al cielo, a la gloria y descanso de Dios, además de la excelsa figura de la madre del salvador, se hace referencia a la diferencia y relación de los planos de la existencia, el terrenal y mortal, abajo; el celestial y trascendente en el plano superior que corona todo y desde donde atrae todo hacia sí Dios. De esta manera se consigna que lo que significa el misterio de la asunción de Nuestra Señora también nos compete a quienes formamos todavía parte del entramado físico e histórico de la vida temporal. Y así, la más profunda celebración de esta fiesta, se expande desde lo que afirmamos de la Virgen santísima a toda la humanidad, invitándola a mirar más alto y a reconocer que en el Hijo de la Virgen María, en el fruto bendito de su vientre, hallamos la escala que une ambos planos y permite acceder del uno al otro por el seguimiento de la fe, la práctica de la caridad y la vida en esperanza.

LECTURAS

- Ap 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab. Una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies. 
- Sal 44. R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
- 1 Cor 15, 20-27a. Primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo.
- Lc 1, 39-56. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí: enaltece a los humildes. 

No es que san Pablo sea muy mariano que digamos, al menos por lo que nos puedan dar a entender sus cartas, donde nunca menciona por su nombre la madre de Jesús (Gal 4,4). Sin embargo, en su teología, más concretamente en su cristología y visión de la salvación, nos ofrece el marco de comprensión creyente y confesante que explica y sostiene el dogma de la Asunción de la Virgen María, como el resto del culto a la madre del salvador. Porque, si Cristo es primicia de la plenitud que anunció para todos los que son de Cristo, ese movimiento ascendente y revitalizador que abarca a la humanidad entera, empieza por quien con su fe y su cuidado maternal de Jesucristo, lo hizo posible y lo ejemplificó con su entrega total a la voluntad que lo pone en marcha, la voluntad del que enaltece a los humildes y hace obras grandes por ellos. No es una primacía meramente cronológica, evolutiva, sino el reconocimiento de lo que creemos que ella significó en la vida de Cristo y la primera Iglesia, en su testimonio de las virtudes imprescindibles para acoger el Evangelio de la salvación y vivirlo, la humilde docilidad a la Palabra de Dios y la pronta disponibilidad para cumplirla.

Y de esta manera, cuanto hoy afirmamos de la Virgen María en su Asunción gloriosa y celebramos gozosos con toda la Iglesia, es muestra, prenda y guía para lo que esperamos, por la misericordia de Dios, como realidad siempre incompleta que sólo por la gracia divina podrá hallar su cabal cumplimiento. Y lo que fue en María, por el fruto de la vida, muerte y resurrección de su Hijo bendito, será, Dios mediante, lo que a todos nos espera y lo que, como seguidores de Cristo, aguardamos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


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