En la última década del s. XIII, Cimabue pintó unos frescos en la basílica de Asís. Junto a una representación entronizada de la Virgen María con el niño y cuatro ángeles, representa al pobre de Asís, Francisco, el
poverello de Dios. Rostro apacible, pero firme, pies descalzos y los estigmas en el costado, las manos y los pies. El tono oscuro de su hábito contrasta con los dorados luminosos de los ángeles. Entre las manos, el Evangelio, su única regla, leído "sine glosa", al pie de la letra. La gloria que desborda la manifestación de la Virgen madre, rodeada por los mensajeros divinos de la gracia y la grandeza de Dios, no desentona, sin embargo, con la gloria de la pobreza de vida, la simplicidad de la fe desnuda y la entereza de la entrega de Francisco a la causa del Reino de Dios y a quien la anunciara y realizara con su vida y su cruz, con la resurrección. Es la resurrección de Cristo la que ha impreso en el cuerpo del santo de Asis las huellas de una muerte que es trascendida por el amor del que la sufrió.
- Bar 4, 5-12. 27-29. El mismo que os mandó las desgracias os mandará
el gozo
- Sal 68. R. El Señor escucha a sus pobres.
- Lc 10, 17-24. Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en
el cielo.
El Señor Jesús revisa con sus discípulos la misión que les ha encomendado. Con espíritu generoso alaba a Dios porque ha actuado a través de la predicación y los milagros de sus seguidores, sometiendo y derribando el mal por medio de su fe y su obediencia al envío de Jesús. Esta alabanza de Jesús, que hace suya la obra de los suyos y hace de ellos su propia obra de anunciar el Evangelio, pone de manifiesto que cuando creemos y actuamos en coherencia con lo que creemos, Dios hace efectivas nuestras palabras y acciones. Y lo que ha logrado, la verdadera causa de este éxito evangelizador ha sido, ni más nimenos, que la sencillez de creer, la confianza de apostar por la causa del Reino de Dios, la causa de Cristo.
San Francisco lo ha comprendido, es más, lo ha sentido en sus propias carnes, sólo la sencillez de espíritu y la simplicidad de vida pueden acceder a la verdad profunda de la fe, a la grandeza y gloria del Dios que no prefiere medios poderosos sino la sinceridad de la entrega y la autenticidad de nuestra respuesta a su llamada. Y como aquellos discípulos, san Francisco es asignado al verdadero éxito y la mayor recompensa de estar su nombre inscrito en el Reino de los cielos.
La continuidad de Francisco de Asis con el discipulado por el que Cristo, pletórico, da gracias a Dios, tiene hoy tres campos de actualidad, tres dimensiones donde su fructífera inspiración, la del ejemplo de su vida, pueden animarnos a salir de la decepeción, la desesperanza y el desencanto para contagiarnos de la alegría de Jesús, como Francisco vivió de aquella alegría.
Espiritualidad. Francisco de Asís, como aquellos discípulos por los que Jesús se exalta de alegría, nos demuestra con su vida la fecundidad de la fe, pero también nos adentra en el desarrollo de su materia prima: la confianza en Dios, la libertad de lo que no es Dios, la concentración de nuestra inteligencia y voluntad en el acto unificador y sin ambajes de entregarnos al amor divino y a su propuesta de amor fraterno. La pobreza y la simplicidad de vida de San Francisco son, de manera inseparable, causa y efecto de la fe en el Evangelio como propuesta de vida y promesa de Dios respecto a sus frutos de eternidad. La oración contemplativa que ve con gratitud a Dios en todo nace de esa sencillez que, según Jesús, es acceso privilegiado a las verdades más profundas y decisivas, las que pueden dar sentido a la vida.
Ecología Integral. Cuando el papa Francisco eligió el nombre del santo de Asís para significar el proyecto de su pontificado, pensaba en los pobres, pero también en la comunión franciscana con la naturaleza. La entrañable complicidad de san Francisco con todas las criaturas y su lectura creyente y orante de la naturaleza en todas sus expresiones, se corresponde con la libertad que le ha proporcionado apostar por el Reino ("y todo lo demás se os dará por añadidura"). En Laudato Si' (2015) y Laudate Deum (2023) el papa Francisco, inspirándose en la espiritualidad y el testimonio de san Francisco de Asís nos propone ver con los ojos de la piedad que alaba a Dios creador la realidad medio - ambiental y responder con la altura de miras y sentido solidario a la mutua implicación entre la naturaleza y la humanidad, entre el destrozo ecológico y la pobreza. Puede que todavía nos venga grande, como en otros aspectos, el magisterio valiente y profético del papa Bergoglio, como grandes nos vienen siempre las hechuras y andanzas del pobre de Asís, pero en ambas desmesuras se juega hoy la Iglesia la coherencia y la gratitud del seguimiento evangélico.
Justicia y Paz. Frente a los clasismos injustos y las injustas desventajas que agrandan las diferencias sociales y agravan las posibilidades de salida de la pobreza, la oración de Jesús, que tan bien asume y resume con su vida, espiritualidad y apostolado el santo de Asís, nos invita a reconocer la preferencia de Dios por los pequeños. Esta preferencia es también una invitación de nuestro Padre a experimentar una sabiduría superior que se traduce en la pobreza espiritual que pone a Dios y al hermano por encima del afán de posesión. San Francisco de Asís no sólo fue pobre, fue caritativo con los pobres; no sólo fue una persona afable y pacífica, se comprometió activamente por la paz. Hoy, la consecución de la paz, la justicia y el desarrollo de las personas y los pueblos pasan por esta espiritualidad y este estilo de vida franciscanos que tan bien acogen y practican la espiritualidad y estilo de vida de Jesús de Nazaret.
EL DOMINGO 5 DE OCTUBRE SE CELEBRA LA JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y EL REFUGIADO. SECRETARIADO DIOCESANO DE MIGRACIONES.
- Jueves 2 de octubre, 19h. en la parroquia de las Angustias: Mesa Redonda sobre los menores migrantes.
- Domingo 5 de octubre, 20h. en la parroquia de San José, Eucaristía y ágape fraterno.